viernes, 11 de septiembre de 2009

SEMINARIO DE SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA

UNA INTRODUCCIÓN A UNA SOCIOLOGÍA LITERARIA

Por Miguel Ángel Huamán

En el inicio de diversas introducciones a la Sociología de la Literatura se señala la relación entre la Literatura y la Sociedad como la pertinente. Se reflexiona al respecto como si se tratara de un vínculo directo, mecánico o causal, sin entender que el nexo entre ambos términos aparece mediado, indirecto, dialéctico. Evidentemente, la interacción entre ambos vocablos no se puede asumir como simple ni estable. Por el contrario, constituye un fenómeno complejo, inestable e imprevisible ubicado en coordenadas espacio-temporales diferentes.

La literatura pertenece al ámbito de la intersección de la dimensión simbólica de la lengua con la dimensión imaginaria de la cultura. La sociedad pertenece a la dimensión de lo real donde se condensa la praxis de un ser social y no se relaciona directamente con la literatura sino a través de un proyecto de nación, que surge en la intersección de lo real con la lengua. Incluso hecha esta precisión, los vínculos entre ambas (nación/literatura) no son directos porque si bien comparten la dimensión de la lengua pertenecen a intersecciones diferentes: imaginaria para la literatura y real para la nación.

En tal sentido, establecer la relación literatura/sociedad como ámbito de la Sociología de la Literatura oculta la diversidad de intermediaciones que existen entre ambos términos y el dinamismo que poseen, pues cambian, se modifican, al tener énfasis y tensiones múltiples en el proceso histórico. Por ejemplo, en el horizonte griego la literatura como concepto no existía puesto que se encontraba sumida en la noción de poiesis o actividad creadora. Asimismo, en el periodo medieval la idea de sociedad, por suponer una perspectiva secular o laica, cuya más cercana imagen podría ser la noción griega de “polis”, era impensable por ser ajena a la palabra revelada y podía ser considerada una visión pagana o una herejía, capaz de llevar a la horca a quien la propusiera.

La Sociología de la Literatura surge dentro de la modernidad, en el seno de una disciplina, como ámbito o campo de aplicación. Pertenece como propuesta de investigación simultáneamente a las ciencias sociales y a las ciencias humanas. Si se conceptúa como aplicación de los criterios propios de la sociología su denominación hará uso de la preposición “de” para marcar el posesivo, con lo que se enfatiza su rasgo de ciencia aplicada. Si se la considera como una perspectiva de los estudios literarios forma parte de las humanidades, con lo que la literatura califica su denominación otorgándole una identidad propia.

En este punto, ubicados en esta última óptica, debemos preguntar: ¿cuál es el objeto de estudio de una sociología literaria? La respuesta nos exige establecer algunas precisiones en torno a la noción de literatura. Este vocablo, como hemos señalado en diversos trabajos previos, se puede entender en tres significados diferentes: como actividad artística, referida a la naturaleza, la producción o el proceso creativo; como disciplina académica, que pretende establecer un objeto, un método y una teoría igual o diferente para su indagación; y como institución social, orientada hacia el valor, el efecto y la función de la literatura.

Al entender la literatura como actividad artística se puede enfatizar cualquiera de estas relaciones o todas ellas: autor/obra, escritura/lectura, lo mimético/lo retórico. En la visión de la literatura como disciplina académica la perspectiva descansa en cualquiera de estas relaciones o en todas: texto/sentido, comprensión/explicación, significación/comunicación. Considerar la literatura como institución social supone abordar cualquiera de estas relaciones o todas: útil/inútil, catarsis/crítica, educar/entretener. Por supuesto que todas estas posibilidades son modos de acercarse al fenómeno estético-literario, que poseen validez propia e implican posturas racionales y emocionales diferentes, inherente a la vivencia de lo literario.

Por lo mismo, es necesario dejar establecido que para la dimensión de los estudios literarios, como disciplina académica dentro de las ciencias humanas, todas estas acepciones y las dimensiones que implican forman parte de su indagación, pues la misma clasificación y diferenciación propuesta son resultado de niveles de comprensión del fenómeno en sí. De modo que, cuando se trata de evaluar la relación entre literatura y sociedad, siempre se pone en ejercicio alguna de estas dimensiones, que existen como presuposiciones y que requieren, para una rigurosa y sistemática reflexión, explicitar con la clara conciencia de que se trata de postulados propios de un determinado estado de comprensión histórica del fenómeno estético-literario: “decir hoy que los hechos literarios son productos estéticos supone reconocer desde un principio que son prácticas históricas, esto es, que su espacio no es transhistórico ni permanente o eterno”(Sánchez: 1996, 13).

En el estado actual de la investigación literaria entendemos que lo que llamamos literatura, en cualquiera de sus acepciones, constituye un uso creativo del lenguaje que como modalidad comunicativa es funcional a la formación social donde se inscribe, aunque sus determinantes estén en permanente variabilidad. La comprensión del fenómeno estético-literario puede optar por lo hermenéutico, en tanto interpretación, o lo teórico, en tanto explicación, de la experiencia de lectura de un texto o de la producción del mismo. En ambos casos son usos de lenguaje literario, sea como resultado de la lectura o del efecto de la relación de la obra con un lector, sea como práctica de escritura que implica que un autor (individual o social) emplea estructuras verbo-simbólicas, para incluirlas en un segundo universo de sentido. “El carácter social del (hecho literario) no puede deslindarse lógicamente de su consideración como hecho comunicativo de carácter secundario ni de su consideración como práctica estética”(Sánchez: 1996, 16)

La aproximación teórica, tendiente a una explicación textual, se pregunta sobre las condiciones de realización del fenómeno, su precisión como meta-texto o discurso, dependiendo si da prioridad a la lectura o a la escritura. La aproximación hermenéutica, tendiente a una interpretación, se pregunta por el evento o hecho literario, su dilucidación como enunciados veredictivos, su intención como acto verbal. En ambas alternativas, la comprensión tiende a lo inteligible (conocimiento) o a lo sensible (emoción), revestido de valor de verdad o de belleza, sobre la base de las hegemonías culturales vigentes.

¿Dónde se ubica una sociología literaria en el campo de los estudios literarios? En el ámbito de la disciplina académica, donde aparece como un modo de acercamiento o reflexión sobre el fenómeno estético-literario, cualquiera que sea el nivel de relación que asuma: “de la literatura se puede hablar de muchos modos y el sociológico es sólo uno de ellos”(Altamirano/Sarlo: 1983, 11). Esta perspectiva sociológica puede influir en la actividad artística (como sería el caso de la idea brechtiana de distanciamiento) y en la institución social (como es el caso del valor ancilar como criterio de evaluación del discurso literario), pero esas extensiones de una sociología literaria no configuran un nuevo enfoque ni niegan la validez, vigencia y propuesta de la sociología literaria.
A los integrantes del Seminario: visiten estos sitios web y relacionen las propuestas con lo desarrollado en este texto.

No hay comentarios: